Dos materiales que profundizan en la "herencia" de Lévi-Strauss en las ciencias humanas y sociales occidentales. El primer material es un documental realizado en 1988, llamado "Reflexions faites" que contiene entrevistas tanto a Lévi-Strauss como a diversos pensadores franceses posteriores (Pierre Bourideu, Jacques Le Goff, Jean-Pierre Vernant, Andre Comte-Sponville, Michel Tournier y Luc de Heusch). El segundo material es una pequeña entrevista realizada a Phillipe Descola, director del Laboratorio de Antropología Social y profesor del College de France sobre el legado de dicho autor para la antropología francesa.
REFLEXIONS FAITES
ENTREVISTA A PHILIPPE DESCOLA
Lévi-Strauss, ¿un racionalista cercano al surrealismo?
Lévi-Strauss, ¿un racionalista cercano al surrealismo?
Por Fabiola Beltrán-Fimat
El antropólogo Philippe Descola dirige el Laboratorio de Antropología Social, fundado por Claude Lévi-Strauss en 1960. Maneja el legado intelectual de Lévi-Strauss. Es miembro de la junta asesora del Museo Branly. Enseña en el Colegio de Francia una de las cátedras más seguidas, titulada «antropología de la naturaleza». Tiene por objetivo reunir entidades sociales que han sido separadas: la naturaleza y la cultura, los humanos y los no humanos (plantas y animales). Lévi-Strauss dirigió su tesis sobre los jíbaros achuar, con los que convivió un tiempo. Publicada en 1992 con el título de «Las lanzas del crepúsculo», se convirtió rápidamente en otro «clásico» de los viajes etnológicos.
¿Qué representa para usted Lévi-Strauss? Es la figura más importante de la antropología del siglo XX. Es imposible no ver eso que él hace para enriquecer y modificar el método estructuralista y el conocimiento en los campos de la vida social. No se ve como un maestro, pero su formación y su obra me inspiraron. El encuentro con el mundo amerindio nos orientó en todas las reflexiones de nuestros problemas. Manejar su legado es una responsabilidad muy grande.
¿Qué representa para usted Lévi-Strauss? Es la figura más importante de la antropología del siglo XX. Es imposible no ver eso que él hace para enriquecer y modificar el método estructuralista y el conocimiento en los campos de la vida social. No se ve como un maestro, pero su formación y su obra me inspiraron. El encuentro con el mundo amerindio nos orientó en todas las reflexiones de nuestros problemas. Manejar su legado es una responsabilidad muy grande.
¿Cuáles son las contribuciones que él hace a los estudios americanos? La influencia de Lévi-Strauss en los antropólogos americanistas se siente tardíamente, sólo después de sus trabajos sobre los mitos (1964). Porque fuera de Tristes trópicos (1955), que no está consagrado únicamente a los indígenas del Brasil, Lévi-Strauss, dedica pocos trabajos, específicos, a los mundos amerindios. Los indígenas no figuran casi en su primer gran libro, Las estructuras elementales del parentesco (1949), y no cumplen un papel preponderante en la Antropología estructural (1958) ni en el Pensamiento salvaje (1962). La única publicación que verdaderamente consagra al Brasil es su tesis complementaria, denominada La vida familiar y social de los indios nambikwara.
¿En qué radica esa importancia de la serie mitológica?La lección explícita es que no existe una especificidad amerindia. Lévi-Strauss dice que la tierra de mitos es redonda y el punto de partida es arbitrario. Que los temas míticos se transforman unos en otros y se puede seguir su recorrido alrededor del planeta... Él comienza con un mito bororo, que lo lleva a sitios diversos de América, del Japón, de la antigua Grecia. Y aunque el objetivo de la serie no es analizar una región en particular, habla de una especie de centro del mundo amerindio donde se cruzan ciertos grandes temas panamericanos. Los americanistas descubrimos la pertinencia de esa unidad de cadenas míticas amerindias en estudios efectuados en Norte y Suramérica. Así las cosas, Lévi-Strauss se vuelve americanista por un hecho marginal. Pretendiendo no ser sino un antropólogo cuyo tema de estudio es el mundo entero, se deja atrapar, un poco sorpresivamente, por esa profunda ternura que le inspiran las sociedades amerindias de las que él habla en sus libros, sobre todo en Tristes trópicos.
¿Para qué sirve a la causa indígena el Museo Branly?Sirve para conocerlos. El trabajo de conocimiento acerca la gente, ayuda a disipar las ideas falsas. Una mirada más vasta que la simple contemplación estética de los objetos hace resurgir cómo otras civilizaciones abordaron en ciertos momentos de su historia la condición humana; qué soluciones encontraron para enfrentar la muerte, el nacimiento, la religión, el poder, a la autoridad política, la subsistencia, las técnicas. El hecho de mostrar que existe una multiplicidad de opciones y una gran inventiva permite relativizar nuestra manera de responder a las mismas preguntas. Y es quizás lo más importante. Si hay una lección que el ciudadano pueda aprender de la etnología, es que ésta puede mostrar la existencia de respuestas muy diferentes de las nuestras, todas igualmente legítimas, de una evolución histórica particular.
¿La museología es, de todas maneras, un filtro occidental?Claro, la misma situación ocurre con los mitos. Si se les transcribe de manera textual, no se entiende nada. Se necesita el filtro de interpretación, traducción y montaje, mediación que refleja un punto de vista personal, la visión de una civilización, de una determinada tendencia. La misma situación se vive con nuestro pasado. Como todos los etnólogos, yo insisto en que los objetos deben exponerse en su contexto en nuestros museos etnográficos. Pero igualmente podríamos encontrar anormal ver en los museos toda la simbología de las pinturas del Quattrocento, cuando los primitivos italianos permanecen en el misterio para un espectador normal. Ese trabajo de educación a la otredad se debe hacer en todos los museos.
Por la valorización de la magia, arte y prácticas insólitas de los indígenas, por su amistad con André Breton, a Lévi-Strauss lo vinculan al surrealismo. ¿Qué piensa de esa relación? Creo que lo influenció como a todo el mundo. Sin duda alguna, el surrealismo tuvo importancia en su reflexión por su efecto descentralizador, por su espíritu crítico de los cánones de expresiones literarias y artísticas. Pero Lévi-Strauss tiene una exigencia de racionalidad muy grande, que no va al encuentro de la dimensión puramente poética de la subversión de la realidad que los surrealistas querían hacer. Lévi-Strauss no pretende simplemente comprender el mundo, sino también explicarlo. En ese sentido, se distingue de los surrealistas. Él denuncia muchas veces las aprensiones confusas, las acciones fundadas sobre la expresión de sentimientos. Es un gran racionalista.
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